lunes, 26 de marzo de 2012

CAYALTI EN SUS COMIENZOS

INTRODUCCIÓN

En un breve enfoque arrancado de trozos literarios de varios cronistas peruanos como Juan Granda, Pablo Macera, Humberto Rodríguez, Meter Klaren, Luis Roca y otros, así como de versiones orales y escritas de lúcidos octogenarios cayaltillanos, quienes tanto los primeros como los segundos aluden a los comienzos de Cayaltí y habiendo concluido su más aproximada realidad de tales informes por sus estrechas coincidencias, ofrecemos las más importantes reseñas de lo que en realidad fue esta tierra de la caña dulce.


ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA CAYALTÍ

Según antiguas versiones orales, la comunidad del Gran Collique, cuya capital quedaba al pie del cerro de su nombre o cerro Mapa, tenía como principal anexo el fundo de Cajaltí.

Pero deseando saber el origen del término Cajaltí, aún entre bastidores, encontramos que esta frase, deviene de un vocablo antiquísimo, que era el nombre de un indio cacique que gobernaba toda esa región, en forma omnímoda, sobre las comunidades cercanas y sobre sus habitantes. Es decir, que era una especie de sultán árabe.

Aquel terrateniente, sin embargo, había engrandecido sus bienes, y como su trato con sus servidores, fuese tan generosos y meritorios, los indios hicieron perdurar su nombre: Cajaltí, el que más tarde, los socios Aspillaga-Zaracóndegui, cambiaron la jota por la ye. Y la palabra Cajaltí pasó a ser Cayaltí.

Ahora, ¿Por qué el prefijo, “San Pedro”? afortunadamente, los informes, aún también orales, nos cuentan que don Ramón, al fundar Cayaltí, mandó construir una pequeña Capilla, en donde hoy es el velatorio de la Asociación de Jubilados, en la cual mandaba decir misas, todos los domingos por las mañanas, y en donde los pobladores de la nueva hacienda acudían a oír las liturgias.

Pues, como don Ramón había sido un ferviente devoto de la imagen de San Pedro, puso como patrón de la capilla y de la misma hacienda a San Pedro, que terminó bautizándola con el nombre completo de “San Pedro de Cayaltí”.

A estas versiones, agregaremos el mudo testimonio del antiguo campanario, hoy remozado, que sin palabras nos ofrece claros vestigios de lo que pudo ser aquellas costumbres domingueras y en donde no necesitamos ser tan intuitivos para avizorar que este campanario sirvió para llamar a los fieles.

Por lo tanto, creo que ya tenemos, al menos, una respuesta de lógicos fundamentos del origen del nombre “San Pedro de Cayaltí”.

FUNDACIÓN DE CAYALTÍ

De antemano aclaramos, que cuando mencionamos antiguas costumbres o generaciones, sólo nos referimos a lo que fue desde sus comienzos, Cayaltí, más no a las costumbres o generaciones de lo que fue esta región. Es decir, de épocas remotas, mucho antes de ser Cayaltí, entonces la existencia de estas comunidades, se pierde a través de leyendas o historias muy antiguas.

Sólo por hablar de unos dos siglos antes de nuestra contemporaneidad y al alcance de nuestras limitadas investigaciones toponomásticas sobre los comienzos de Cayaltí, encontramos que a mediados del siglo XVIII, entonces el fundo Cajaltí, que aún pertenecía a la comunidad del Gran Collique, era de propiedad del señor (de origen español) don Juan de León y Rivera Cabeza de Baca, quien era presbítero en Lima pero natural de Zaña.

Y ya en el siglo XIX, Cajaltí fue traspasado al español, señor José Leguía y Meléndez, más o menos, por el año 1820. Pero sólo, tal vez, unos 20 años después, este dueño negoció Cajaltí, a una familia de apellido Delgado, también de origen español.

Es entonces cuando encontramos que la firma Delgado, al inicio arrienda la Hacienda Cajaltí al consorcio Aspillaga-Zaracóndegui-Barúa-Estela (Ramón Aspillaga Ferrebú, Julián Zaracóndegui, Andrés Barúa y Claudio Estela), quienes por los años 50 del siglo XIX, pasarían a ser dueños de la hacienda, entonces algodonera, en forma legal y absoluta, según consta en una crónica, desde un 08 de octubre de 1854.

Más tarde, aquel consorcio de cuatro personas, fue reducido sólo a dos, cuando Barúa y Estela renunciaron. Sin embargo, don Julián Zaracóndegui, acompañó a don Ramón hasta un 23 de noviembre de 1890, época en que el señor Aspillaga, se sentía muy delicado de salud; y al mismo tiempo, Cayaltí ya era próspero, según consta en una planilla que data con fecha 01 de setiembre de 1883. Entre tanto, el hijo mayor de don Ramón, de nombre Ramón Aspillaga Barrera ya estaba administrando la Hacienda.

Entonces ahora entendemos de que mientras Cajaltí había sido traspasado al consorcio Aspillaga y compañía en la década del 50 del siglo XIX, Cayaltí fue fundada un 03 de mayo de 1859, por don Ramón y don Julián, coligiendo sin suspicacia alguna, que don Ramón I, fue el más pudiente de los otros socios.

Cayaltí, fue fundada en la fecha que se indica y registrada anta la Real Justicia del Corregimiento de Zaña y asentado ante los Registros Públicos, con el nombre de “San Pedro de Cayaltí”. Entonces Cajaltí pasó a ser San Francisco de Popán, y el Gran Collique pasó a ser San Idelfonso de Cojal; y los demás fundos que rodeaban a Cayaltí, pasaron a ser sus anexos.

Años más tarde, como por los años 30 – 40, se agregaron Chumbenique, La Compuerta y La Otra Banda. Luego en 1968, fueron adjudicadas las haciendas La Huaca, Palomino, Culpón, etc.

Anotamos, que si bien el señor Aspillaga Ferrebú, dejó cuatro hijos: Ramón, Antero, Ismael y Baldomero, los que más relevancia tuvieron en la historia de Cayaltí, como propulsores del engrandecimiento y prosperidad de la Hacienda, fueron don Ramón y Antero Aspillaga Barrera, cuyos hechos son ampliados en los libros: Historia de Cayaltí, Idiosincrasia del Antiguo Cayaltí y en el pequeño volumen Cuentos y Leyendas de Cayaltí.

DON RAMÓN ASPILLAGA FERREBÚ, FUNDADOR DE CAYALTÍ (1845 - 1859)

Algún tiempo antes del año 1845 desembarcaba al sur del Perú, probablemente en Pisco, el chileno Ramón Aspillaga Ferrebú, hombre de muy buena posición económica. Instalado por aquellos lugares, pronto hizo buenos amigos tan pudientes como él, entre ellos los ricachones: don Julián Zaracóndegui, don Andrés Barúa y don Claudio Estela, con quienes se asociaría con miras a establecer determinada empresa con apuntes al sembrío de caña de azúcar.

Como hombres, seguramente conocedores de esta clase de empresas, pronto lograron la adquisición de dos fundos: El Palto en Pisco al sur de Lima y San Nicolás en Supe al norte de Lima, fundos estos adquiridos en consorcio con dichos accionistas.

Unos años después entre 1854 y 1855, adquirieron otro fundo, pero este, algodonero al norte del país, de propiedad de una firma española de apellido Delgado, ubicado en el Valle de Zaña con el nombre de Cajaltí. Es por esta época que aparece ya en forma oficial el consorcio Aspillaga, Barúa, Estela y zaracóndegui, según consta, desde un 08 de octubre de 1854.

Hacemos un hincapié para señalar que la pequeña población y la residencia de los dueños de Cajaltí, se asentaban en los territorios que ahora tienen el nombre de Popán. Lo mismo, su fábrica algodonera, cuyos escombros, así como la plataforma de la casona de aquellos dueños, todavía hemos alcanzado a conocerlos, siendo el lugar exacto donde hoy se asienta la vivienda de los colonos Cruzado Gonzáles.

Tomando de nuevo entonces, los tramos secuenciales del patriarca de Cayaltí, don Ramón Aspillaga Ferrebú, un tiempo después se casaba con la dama peruana María Barrera, en la que posteriormente tendría cuatro hijos: Ramón, Antero, Ismael y Baldomero.

Probablemente en sus primeros años de casado de don Ramón, éste y sus socios Julián Zaracóndegui, Claudio Estela y Andrés Barúa, decidieron engrandecer el fundo Cajaltí. Para esto vendieron uno de sus fundos del sur, San Nicolás y se quedaron solamente con El Palto. El capital de las acciones de San Nicolás debió invertirlo en la compra de dos pequeños fundos cercanos al suyo, aquí en el norte y lo bautizaron con los nombres de San Nicolás y San Ramón, los que perduran hasta hoy. Esto sucedía, más o menos, por el mes de octubre de 1855. Aclaramos, que los socios Andrés Barúa y Claudio Estela, por estos años se mencionan todavía, pero luego se pierden, quedando sólo don Julián.

Según otras crónicas que nos cuentan sobre los comienzos de Cayaltí y sobre su socio inseparable de don Ramón el señor Julián Zaracóndegui, éste vendió sus acciones a aquel muchos años después todavía un 23 de noviembre de 1890. Por lo demás ya no se habla de los otros socios. Y volviendo a Cajaltí, al fin, don Ramón, no se quedó solo en el fundo, claro ya extendido al sur del suyo; precisamente al sur de éste, existía una pequeña aldea, asentada en una amplia planicie a la que echaron ojo don Ramón y su socio que hizo surgir en ellos la feliz idea de fundar allí una nueva población, teniendo lugar su comienzo un 03 de mayo de 1859, entendiendo que don Ramón debió fundar Cayaltí en sociedad con el señor Julián Zaracóndegui, toda vez que éste lo acompaña todavía hasta 1890.

Entonces Cajaltí, pasó a llamarse Popán y a la nueva población como capital de todos sus fundos fusionados la bautizaron con el nombre de Hacienda “San Pedro de Cayaltí”, que perduró hasta 1968 en que pasó a ser primero, Complejo Agrario de Producción Cayaltí y después, Cooperativa Agraria de Producción Cayaltí Limitada Nº 15.



Apuntes Históricos: José Cruz Tello Guevara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario